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21 feb 22
No es raro identificar este orgullo de pertenencia con nombre y apellidos, especialmente entre los más veteranos, pero más difícil es encontrarnos con figuras como la de Bernardino Varela, toda una institución en Pascual que en pocas semanas iniciará un merecido descanso tras cuarenta y dos años trabajando en nuestra compañía.
Este arandino -casi de nacimiento- se incorporó a la fábrica en 1980, con veinte años recién cumplidos, en medio de una profunda crisis económica y social, pero con toda la vida por delante. Reconoce que echó el currículum en Michelin y Pascual y salió cara, afortunadamente.
Por aquel entonces la planta no estaba ni siquiera vallada y no trabajaban más de 110 empleados. Llegó a Pascual ya casado, con una responsabilidad familiar que atender y feliz por tener tan pronto un contrato fijo, lo cual “significaba una segunda carrera” por la tranquilidad y garantía económica que aportaba. El ocio y el tiempo libre no eran su prioridad, admite casi con pudor, eran otros tiempos, otra empresa, la fábrica crecía y prosperaba y los empleados lo hacían de su mano, sábados y domingos inclusive si era necesario.
Nos explica la evolución de la logística, desde el originario e insuficiente almacén que se quedaba pequeño para nuestro volumen y la necesidad de alquilar naves en polígonos cercanos para acopiar y transportar el producto de ida y vuelta a la planta.
Habla con un lenguaje técnico, didáctico, minucioso, se nota que disfruta dando detalles- empaquetadora y paletización manual, expediciones, rodillos de carga, patines para cargar camiones, transelevadores, carros filoguiados…-pero también se percibe un corazón apasionado tras el sobrio estilo castellano. Recuerda con una sonrisa cómo, al poco de llegar, vino Don Tomás en persona- a quien aún no conocía- y le pidió amablemente que le llenara el maletero con unas cajas de leche y agua, a lo que Bernardino se negó con educación, pero inflexible firmeza: “tendrá que pedírselo usted a mi responsable”. Estamos seguros de que el patrón vio madera de líder en aquel inexperto aprendiz.
Al cabo de año y medio asciende a operador de cabina de control en el imponente almacén automático para cuatro mil pallets que acabábamos de estrenar, una instalación que cuatro décadas más tarde sigue impresionando con sus inacabables calles y alturas. Entonces no existía el sistema actual de gestión de almacenes y se trabajaba con tarjetas perforadas con códigos binarios de cada una de las ubicaciones, otro mundo, nos recuerda. Pasa después a ser encargado del almacén y con veintiséis años es nombrado encargado general de turno de fábrica, es decir, uno de los tres mosqueteros de Aranda junto con otras dos imprescindibles figuras como Antonio Hernando y Alejandro García y, al frente, el inolvidable Jesús Sanz.
Los 90 fueron años de expansión, de ilusión compartida, de las tres referencias iniciales a crecimientos anuales a doble dígito, de la antigua lechera a las instalaciones más modernas del mercado. La “bestia amarilla”, así reconocían los que pasaban por Aranda la grandeza de nuestras granjas, fábricas de piensos, ovoproducto e instalaciones varias. Compramos Outeiro de Rei, Montauban, Frixia... En 1999 Varela se incorpora como director a la fábrica cántabra recién adquirida a la familia Moráis con la misión de adecuar las instalaciones a los estándares de calidad de Pascual. Al principio no es sencillo, a base de maquilas y leche concentrada y, finalmente, produciendo para Pascual la botella de leche Frixia que tendría continuidad con otro hito que muchos recordarán: la presentación en 2005 de la primera leche uperisada en botella de PET fabricada en Frixia.
Cuatro años más tarde regresa a sus orígenes para capitanear un proyecto fundamental en el desarrollo moderno de nuestra compañía, la plataforma logística del complejo de Aranda reconocida en la vanguardia tecnológica del sector, tal y como quedó patente con la obtención del Premio CEL Empresa 2009 del Centro Español de Logística (CEL) por el proyecto de innovación logística "Apolo" (Aranda Plataforma Operativa Logística). En 2017 es finalmente nombrado director industrial del complejo, colofón a una brillante trayectoria y posición desde la que en los últimos cinco años ha puesto al servicio de la compañía toda su experiencia, talento y dedicación. Un reconocimiento que se hace más especial, si cabe, por el compromiso y liderazgo en estos tiempos tan complejos.
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