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02 nov 21
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) destaca que tanto la leche como los productos lácteos son importantes para llevar una dieta variada y equilibrada.
Sin embargo, en los últimos años, son varias las afirmaciones que ponen en tela de juicio que la leche sea buena para nuestra salud. Por ello, nos preguntamos ¿qué hay de cierto en ellas? ¿qué tiene que decir la comunidad científica al respecto?
Como sabemos que la cultura popular y el “corre ve y dile” no siempre es la mejor fuente de información, nuestra directora de Nutrición y Salud, Elena Garea, trata de desmentir ciertos mitos y arrojar algo de luz sobre algunas afirmaciones que quizá hayas oído alguna vez:
1. La grasa de la leche es mala para la salud
Cuando hablamos de grasa, muchas personas tienden a pensar en algo negativo que no aporta nada bueno en nuestro organismo ¡nada más lejos de la realidad! Es conocida la relación entre grasas saturadas y salud cardiovascular cuando estas se consumen en exceso. Sin embargo, el efecto de las grasas presentes en la leche llega a ser neutro ya que ni se consumen de forma aislada ni en grandes cantidades y además aporta una menor proporción de grasas insaturadas y vitaminas liposolubles.
Lo importante no es solamente diferenciar qué grasas son buenas y cuáles no lo son, si no valorar el alimento teniendo en cuenta todos sus componentes.
Elena Garea, nos explica que la clave está en la proporción de lo que consumimos: “los componentes de la leche proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad que son fácilmente asimilables por nuestro organismo, pudiendo beneficiar tanto a personas vulnerables nutricionalmente como a personas con un estado de salud óptimo, siempre y cuando se consuman en cantidades adecuadas”.
2. Es un alimento que pierde sus propiedades en el proceso industrial
Uno de los aspectos en los que debemos ser más cuidadosos a la hora de consumir leche es asegurarnos de su correcta conservación y para ello son esenciales aquellos procesos que garanticen un consumo en plenas condiciones de seguridad alimentaria. Debido a estos procesos, muchas personas piensan que la leche pierde algunas de sus propiedades beneficiosas.
Negativo. En muchos casos, estos procesos son necesarios para poder consumir con seguridad ciertos productos y es que un alimento procesado no es sinónimo de que sea peor o pierda sus propiedades. De hecho, en los últimos años el sector lácteo ha invertido muchos esfuerzos en investigación para poder desarrollar procesos que garanticen la seguridad del producto durante toda su vida útil con el objetivo de que la leche mantenga todas sus propiedades desde que sale de la vaca hasta que llega a nuestros hogares.
3. Aumenta el colesterol
Otro de los mitos que podemos escuchar es que los componentes de la leche favorecen un aumento del colesterol en sangre y suponen un perjuicio para nuestra salud. Sin embargo, esto no es así.
Las últimas investigaciones concluyen que el consumo de leche parece afectar poco al hipercolesterolemia, ya que los ácidos grasos saturados (AGS) de los lácteos son de cadena más corta y, por lo tanto, podrían ejercer distinto efecto en el organismo.
4. La leche produce dificultades en la digestión
Otra afirmación que conviene revisar es asemejar la leche a un alimento pesado y que nos impide hacer una buena digestión. Otro falso convencimiento porque en condiciones normales tu cuerpo produce adecuadamente las enzimas necesarias para realizar la digestión de los diferentes nutrientes que aporta la leche.
Son múltiples los beneficios nutricionales para el organismo a partir del consumo de leche, algunos de ellos, como el calcio, es especialmente relevante. Si por algo se caracteriza el calcio contenido en la leche es porque nuestro organismo puede asimilarlo con mucha facilidad, ayudado por la presencia de otros componentes, como la lactosa y la vitamina D. Además, no presenta otros compuestos que puedan limitar esta absorción.
5. La leche entera tiene más calcio que la desnatada
En este último punto, queremos centrarnos en la leche desnatada, ya que seguramente sea uno de los tipos de leche más cuestionada por parte de la población y sobre la que más bulos circulen.
Uno de los mitos más extendidos tiene que ver con el contenido de calcio en la leche desnatada, siendo muchos los que creen que su cantidad de calcio es muy inferior al de la leche entera. Elena Garea aclara que: “la leche entera y la desnatada poseen una cantidad de calcio casi equivalente, ambos tipos de leche pueden ser adecuados para cubrir los requerimientos de calcio que necesitamos al día”.
En definitiva, te animamos a escuchar el consejo de expertos acreditados y no dejarte llevar por mensajes que no tengan una base científica cuando hablemos de salud.
Seguir una dieta variada y equilibrada es sin duda la clave para el bienestar y, para eso, la leche puede jugar un papel fundamental al ser un alimento muy valioso desde el punto de vista nutricional.
6. El hombre es el único mamífero que toma leche durante la edad adulta
Cuando el hombre pasó de vivir de lo que podía recoger de la naturaleza a aprender lo necesario para cultivar y cosechar plantas, también adquirió los conocimientos necesarios para cazar y domesticar a los animales para obtener carne y otros productos como leche o queso. Estos cambios afectaron, no solo a la alimentación, sino que también dieron lugar a cambios genéticos de elevada importancia. Entre estos, uno de los más importantes fue la capacidad de digerir la leche.
En la naturaleza cuando los mamíferos son destetados empiezan a perder la actividad de las enzimas que permiten la digestión de la leche. El ser humano es el único mamífero que no pierde esta capacidad enzimática y puede digerir estas proteínas y la lactosa contenidas en la leche. Gracias a esta evolución, podemos seguir beneficiándonos de los nutrientes que nos aporta este alimento.
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