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18 ago 20
Tal y como señala el director de Conservación de WWF España, Enrique Segovia, “la próxima década es la oportunidad del planeta (…) para entrar en una dinámica completamente distinta”1, evitando de ese modo el ascenso de las temperaturas globales por encima de 1,5ºC, límite que establece el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en su último informe anual.
La concienciación del conjunto de la sociedad es esencial para lograr los objetivos marcados por las autoridades. En este sentido, desde todos los rincones del planeta han de tomarse acciones encaminadas a integrar la sostenibilidad en las dinámicas diarias, ya que ésta se sitúa como la verdadera clave a la hora de salvar el planeta y preservar sus recursos.
En esta línea, los datos avalan la evolución que está teniendo la sociedad española durante los últimos años, aumentando progresivamente la cantidad de residuos reciclados por habitante y contribuyendo así al ahorro de agua, energía y emisiones de CO2. Según Ecoembes, cada ciudadano recicló en España 17,1 kg de residuos plásticos en el contenedor amarillo en 2019, lo que supone un 9,1% más que en 2018 y un incremento del 35,3% respecto al año 2015.2
En este sentido, la responsabilidad medioambiental forma parte del ADN de Bezoya que, con la innovación como principio rector de la marca, ha conseguido posicionarse a la vanguardia en materia de sostenibilidad dentro del sector de aguas minerales a nivel nacional. Bezoya lo anunciaba a través de nuestro Compromiso, gracias al cual ya fabricamos sus botellas de pequeños formatos con plástico totalmente reciclado, a finales de año también lo serán los formatos grandes y conseguiremos ampliar este objetivo a todos los formatos para el año 2022.
Nuestra marca apuesta así por el plástico reciclado como punto que culmina un modelo de economía circular, en el que gestionamos los recursos de manera responsable a lo largo de toda la cadena de valor, desde el origen del agua hasta el reciclaje de las botellas, pasando por las plantas de envasado y el transporte del producto a los puntos de venta.
De este modo, el manantial del que procede el agua de Bezoya se encuentra en un área protegida a nivel europeo por la Red Natura 2000. Su proceso de envasado se hace de una manera totalmente sostenible, utilizando energías 100% renovables en edificios certificados con el sello LEED y valorizando la totalidad de residuos generados en todas sus plantas. Además, contamos con una flota comercial de vehículos híbridos y eléctricos que generan la mitad de CO2 y una décima parte de óxidos de nitrógeno que los vehículos estándar.
En esta línea,nuestra marca completa su circularidad reutilizando el plástico para generar nuevas botellas, otorgando infinitas vidas a un material que, de no reciclarse, tardaría una media de 600 años en biodegradarse. Así, tras el reciclaje de las botellas de plástico en el contenedor amarillo, se pasa a la clasificación de los envases que servirán para fabricar nuevas botellas, reduciéndolos a piezas de pequeño tamaño. Tras un proceso de lavado, se vuelve a clasificar y triturar el material. Después del triturado del material, este pasa por un reactor en el que se pone a punto para que sea apto para fabricar botellas. Cuando todo este proceso ha terminado, ya contamos por fin con el PET reciclado necesario para la fabricación de nuevos envases de agua Bezoya.
Gracias a este proceso, la marca consigue reducir la cantidad de CO2 equivalente a 4.000 vehículos diésel en circulación durante un año; a la electricidad consumida en el mismo periodo de tiempo por 5.800 hogares o a la energía gastada por 122.000 bombillas encendidas a lo largo de 12 meses. Así, se está evitando la emisión de la cantidad de CO2 que tardaría 30 años en ser absorbida por un total de 60.000 árboles en crecimiento.
Gracias al compromiso de Bezoya con la sostenibilidad y la economía circular, solo este año se conseguirá recuperar y reutilizar el plástico equivalente a 187 millones de botellas de 1,5L, cifra que aumentará durante los próximos dos años con la introducción de botellas recicladas en los formatos mediano y grande.
El plástico tiene infinitas vidas: en tan solo 60 días una botella usada puede convertirse en otra totalmente nueva, evitando salir del circuito de los bienes de consumo y no llegando a convertirse, por tanto, en un residuo contaminante. Teniendo en cuenta que este ciclo puede repetirse en infinitas ocasiones, un gesto tan sencillo como tirar una botella de plástico a un contenedor amarillo puede significar la clave para salvar nuestro planeta.
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