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18 mar 21
Apostando por la calidad en la elaboración de sus postres, recuperando los orígenes de la repostería tradicional y sirviendo uno de los mejores cafés de la zona, gracias a la colaboración directa con Pascual, La Barra Dulce se ha convertido en un local con encanto en el barrio, un punto de encuentro entre su población diversa y un dulce oasis en el que los desayunos y meriendas quedan para el recuerdo.
Ana y Samuel son las personas que se esconden tras este exitoso negocio de barrio y, en gran medida, los responsables de que sus cruasanes, pasteles, hojaldres o torrijas artesanas se hayan convertido en una delicia para muchos. Además, su trato hacia los clientes, a quienes consideran parte de la familia de La Barra Dulce y su espíritu de negocio enfocado a dar siempre lo mejor les ha permitido asentarse en poco tiempo como un negocio de referencia en Lavapiés, consiguiendo convertirse en un actor de impacto social positivo en el barrio.
Y es que la irrupción de la pandemia del Covid-19, poco tiempo después de su apertura, significó sin duda un reto para Ana y Samuel que, lejos de quedarse parados, innovaron con el modelo de pedidos a domicilio con el fin de mantener parte de sus ventas y poder sobrevivir a la tormenta. Asimismo, en paralelo, se pusieron manos a la obra para contribuir en lo posible a las redes de ayuda alimentaria improvisadas por los vecinos del barrio, esenciales en un momento en el que muchas personas se vieron repentinamente desprovistas de un sustento básico. “Empezamos a hacer a puertas cerradas donaciones solidarias para ayudar a los sanitarios, acción que posteriormente derivó en cuidar a otro colectivo, a la gente más vulnerable” comenta Ana al respecto.
Experimentando en primera persona la dramática situación de la hostelería a raíz de la pandemia, se apresuraron a blindar La Barra Dulce como espacio seguro para que los clientes de siempre pudieran seguir disfrutando de los mejores postres artesanos y del inconfundible café Mocay sin miedo a los contagios. “Las estrictas auditorías sanitarias que realizamos, las distancias de seguridad y la desinfección periódica de todas las superficies se han convertido en nuestros mejores aliados para poder trabajar en un entorno seguro y que los clientes, a su vez, puedan seguir viniendo tranquilos a desayunar, merendar o disfrutar en cualquier momento de nuestra bollería artesana”, señala Ana.
Es gracias a esa clientela que La Barra Dulce continúa a pleno rendimiento a pesar de la tempestad del Covid-19 que ha arrasado con el sector. En esta línea, Samuel destaca su agradecimiento “a todos los clientes que han seguido apostando por bajar día a día a los comercios de barrio, a las cafeterías y pastelerías, porque ellos son quienes han dado vida al barrio y a sus comercios”.
En este sentido, sobre Pascual, uno de sus principales distribuidores y garante de la calidad de su producto final, Samuel añade: “Con Pascual venimos colaborando prácticamente desde que abrimos al principio y es una marca que nuestros clientes conocen desde que son pequeños, por lo que estamos encantados de mantenerlo en el día a día. Además, como hemos apostado por la calidad en la repostería, hemos querido mantener la línea igual en el café, en el té y en todos los productos, apostando siempre por Pascual.”
Conscientes de la realidad que asola al sector hostelero de todo el país, los dueños de La Barra Dulce mandan un mensaje de apoyo a sus compañeros de profesión, enviándoles fuerzas para continuar y resistir ante los estragos de la pandemia. “Queremos dar un mensaje de apoyo a todos los hosteleros que lo están pasando mal ahora y que, por una circunstancia u otra, han tenido que cerrar” declara Samuel. Por su parte, Ana, su socia, añade: “Si en el sector nos mantenemos haciendo las cosas con el mismo cariño de siempre, al final saldremos todos adelante”.
Así, los dueños de La Barra Dulce animan a todos a seguir yendo con seguridad a los comercios y cafeterías de los barrios, haciendo un llamamiento generalizado a la sociedad para brindar un necesario apoyo a la hostelería. De este modo, con el apoyo de los clientes y distribuidores, sueños y proyectos como el de La Barra Dulce, de Ana y Samuel, podrán seguir cumpliéndose y prosperar.
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