El reciclaje no es algo nuevo, llevamos desde los años 90 sabiendo que es importante reciclar los residuos para ayudar al planeta y disminuir el consumo de materiales. Si bien es cierto que para las empresas se empezaron a instaurar medidas de reciclaje en la década de los 80, no fue hasta 1998 cuando los primeros contenedores llegaron a nuestras calles.
Desde entonces, ha seguido ganando importancia y hoy en día la mayoría de nosotros tenemos ya en nuestras casas diferentes contenedores para los distintos residuos. Como en todo, a lo largo de la historia del reciclaje, hemos ido aprendiendo nuevos métodos y nuevos beneficios de hacerlo. A pesar de ello, siguen existiendo algunas verdades y mentiras del reciclaje que hoy queremos aclarar.
Cinco falsas creencias sobre el reciclaje
Hay que lavar los envases antes de reciclar. No es necesario y es más, no es recomendable. Porque se están gastando recursos dos veces. Una, en tu casa antes de dejarlo en el contenedor. Y dos en la planta, todos los productos pasan por un proceso de limpieza. Por tanto, no es necesario lavar nada antes de reciclar.
Los aerosoles pueden ir al contendor amarillo siempre que nos aseguremos que están vacíos. Sí, siempre que estén terminados del todo y estemos seguros de que no quedan restos que puedan contaminar. Si no es así, mejor llevarlos al punto . Los botes de pintura en cambio, siempre al punto limpio.
Las cápsulas de café, también al amarillo. No es correcto. Tanto las cápsulas de café compostables como las bolsitas de infusiones, deben ir con los residuos orgánicos al contenedor gris. Las cápsulas de café no compostables, a los puntos de recogida que ponen a disposición de los clientes los fabricantes de estos productos para darles ellos el tratamiento adecuado.
Las bombillas son de cristal, por tanto, al contenedor verde. Las bombillas deben llevarse al punto limpio por sus componentes, nunca deben ir al contenedor de vidrio. De hecho, importante recordar que al contenedor de vidrio solamente va el vidrio, nunca cristal.
Si no sabes a dónde va, tíralo al contendor amarillo. El primer error sería, si no sabes a qué contenedor tirar algo, infórmate o pregunta. Y segundo, al contenedor amarillo podemos tirar envases de plástico, latas o briks. También por ejemplo lo que sea de poliespan o corcho blanco debe tirarse a este contenedor. Pero no así los corchos de botella. Al ser de material natural como es el corcho, debe ir al contenedor gris.
Yo reciclo, pero ¿qué pasa después?
¿Para qué voy a reciclar si luego lo juntan todo? No es así. Evidentemente, esto no serviría de nada y sería todo un engaño. En las plantas de reciclaje se revisan los residuos y si hay alguna impureza, se corrige manual y automáticamente, antes de pasar a la fase de tratamiento de residuos.
Por mucho que yo recicle, no voy a salvar al planeta. No, efectivamente, una persona sola no va a salvar al planeta entero. Es un trabajo de todos y tanto los ciudadanos, como las empresas y las administraciones tienen su función en esta cadena que, si se cumple, sí se aporta y mucho al medioambiente.
El reciclaje al final es algo de lo que solo algunos se benefician. La segunda parte es cierta. Todos nos beneficiamos del reciclaje y sus beneficios son evidentes para el planeta. El reciclaje de latas de aluminio ahorra un 95% de la energía necesaria para fabricar nuevas latas. El de papel, un 60% y el de plástico o vidrio, ahorra un tercio de la energía. Compensa, ¿verdad?
Reciclar es caro. Para nada es cierto. Reciclando se ahorra energía y materia prima, además de reducir la contaminación en el proceso de crear nuevos productos. Cuesta menos reciclar que fabricar un nuevo producto.
Los objetos solo pueden reciclarse una vez, ¿para qué me voy a molestar? Muchos productos pueden reciclarse varias veces y algunos como vidrios o metales, pueden reciclarse indefinidamente sin perder nada de calidad. Tú recicla y si el producto no fuese válido, el proceso de reciclaje se encargará.