13 Nov 2024

¿Qué comeremos dentro de 30 años? | La salud y la sostenibilidad irán de la mano para una mejor alimentación

Las personas  afrontamos un nuevo desafío: los efectos del cambio climático sobre los cultivos y otros métodos de producción alimentaria están afectando a la disponibilidad de alimentos. Esto constituye un problema inmediato, pero amenaza con ser aún más importante en las décadas venideras a causa del incesante crecimiento de la población mundial. Según informes de la ONU, para el año 2050 habrá casi 10.000 millones de estómagos que alimentar. Un panorama que demanda nuevas fórmulas: nuevas técnicas, nuevos hábitos, nuevos alimentos.

Prueba de ello es el último estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), elaborado con la colaboración de Knorr, en el que aparecen reflejados los alimentos que se espera que protagonicen la industria alimentaria dentro de treinta años. Algunos son totalmente reconocibles, y probablemente los tengas en tu cocina, pero muchos otros ocupan un papel tan marginal en estos momentos que ni siquiera te sonarán sus nombres. Todos ellos, sin embargo, permiten un cultivo amable con el planeta. Salud y sostenibilidad serán inseparables.

La dieta humana en el 2025

¿Alguna vez pensaste que podrías acabar comiendo cactus? Pues una variedad concreta, el nopal, podría pasar a formar parte de tu dieta en el futuro. Lo mismo ocurre con el wakame y el laver, dos algas muy ricas en calcio y magnesio. Y setas como el enoki, el maitake o el níscalo, así como raíces como la raíz de perejil, el salsifí negro o el rábano blanco, también inundarán las neveras y despensas de todo el mundo. Nacerán nuevas recetas. Los mercados adquirirán otros colores. Y los nutrientes llegarán a nosotros a través de otros sabores.

Entre ellos, los de brotes como la alfalfa, las habas germinadas o los garbanzos germinados. Los de tubérculos como la raíz de loto, el ube, la jícama o el camote. Los de semillas como la linaza, el cáñamo, el ajonjolí o el juglans. Los de hortalizas como la remolacha, el grelo, el kale, la moringa o el pak-cho, además de clásicos que permanecerán en nuestras vidas como el de la calabaza, el de la col morada, el de la espinaca o el del berro. Y los de frutas y verduras como la flor de calabaza, la okra o el llamado tomate naranja. Vendrán para quedarse.

Incluso la base de la alimentación mundial, los cereales y las legumbres, cambiarán de cara. Sí, la quinoa, el arroz integral, la espelta, el trigo sarraceno, el haba, la lenteja, el frijol negro o el frijol de soja seguirán muy presentes, pero el adzuki, el mung, la vigna subterránea, la vigna unguiculata, el frijol marama, el trigo khorasan, el mijo africano, el mijo fonio, el amaranto o el teff aparecerán con mucha más fuerza en las comidas y cenas de la mayoría de la población. Una variedad que contribuirá decisivamente a la salud de las personas.

Desde el equipo de I+D de Pascual, damos respuesta a nuestro propósito de dar lo mejor por el futuro de la alimentación. Adaptarse a los cambios en los patrones de consumo y en la promoción de la salud y el bienestar de las personas, son aspectos claves para el futuro de alimentación, encaminados a satisfacer la demanda de una población en un entorno muy cambiante y en constante crecimiento. Abordamos distintos retos encaminados a la utilización de nuevas fuentes de proteínas vegetales, el desarrollo de alimentos más saludables y nutritivos con foco en el contenido de nutrientes esenciales, e investigar y desarrollar alimentos que proporcionen ingredientes funcionales con beneficios adicionales para la salud, que permitan la adaptación de la alimentación a las necesidades individuales de cada persona, basado en datos de microbioma y estilo de vida.

La nutrición personalizada

Todos hemos planteado alguna vez la reflexión acerca de la respuesta que obtenemos cuando ingerimos determinados alimentos. ¿Por qué mi vecino puede comer lo que quiera sin engordar y yo tengo que controlar tanto mi alimentación? La respuesta no es sencilla, ya que son diversos los factores condicionantes: nuestro componente genético, el metabolismo, cómo es nuestra microbiota y los estilos de vida, son aspectos críticos acerca de nuestro de salud en general. Somos individuos diferentes, esto perdurará en el futuro, y basándonos en esta diferencia emergerá con fuerza la nutrición de precisión. Mucho antes de lo que sospechamos seremos capaces de producir alimentos diseñados para cubrir las necesidades de grupos de población concretos e incluso llegar a un nivel muy exacto de personalización. Tendremos la posibilidad de someternos a pruebas de diagnóstico que nos indiquen qué tipo de alimento debemos incorporar o incluso limitar en función del estado, por ejemplo, de la microbiota. Y es que ya en hoy en día se conocen múltiples funciones del organismo que dependen de la composición de la flora intestinal.

Seremos capaces de aprovechar los avances de la inteligencia artificial para adaptar y elaborar nuevos alimentos que se ajusten a las necesidades individuales desde diferentes perspectivas: requerimientos dietéticos, gustos y momentos de consumo.

En el horizonte de la alimentación del futuro, en Pascual, queremos liderar el camino hacia una era de nutrición personalizada y sostenible. Nos dedicamos a desarrollar alimentos innovadores que no solo nutren, sino que también se adaptan a las necesidades individuales, utilizando nuevas proteínas vegetales y ingredientes funcionales. Con ayuda de la inteligencia artificial y la investigación avanzada, estamos preparados para moldear un futuro donde cada comida sea una expresión de salud y bienestar personalizado. Síguenos en este viaje hacia un mañana más saludable y consciente. #DarLoMejor