La Unión Europea tiene un objetivo muy claro en cuanto a las emisiones de carbono: avanzar en la neutralidad de carbono en la segunda mitad del siglo XXI. ¿Qué significa esto? Muy sencillo. La neutralidad de carbono se consigue cuando se emite la misma cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera de la que se logra eliminar. Es lo que se conoce como balance cero o huella cero de carbono.
En líneas generales, este objetivo podría lograrse de dos formas que pueden parecer sencillas pero que a las empresas les pueden suponer grandes cambios o inversiones. La más lógica y saludable sería no emitir más CO2 del que se puede neutralizar de forma natural a través de bosques o plantas. La otra manera, sería la conocida como “compensación de carbono” que consistiría en equilibrar las emisiones mediante la reducción en otro lugar, a través de inversiones en energías renovables y otras tecnologías no contaminantes. Esta segunda opción se haría priorizando la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo de toda la cadena de valor y, una vez reducidas al máximo, compensar el resto para alcanzar el balance cero.
En 2022 en Pascual hemos dado un paso más en sus esfuerzos para avanzar hacia la neutralidad climática, participando por primera vez en un proyecto de absorción de CO2 en colaboración con la empresa CRECE, CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO NATURAL, entidad con la que Pascual firmamos de compra de derechos de CO2 en octubre del año pasado. Dicho proyecto consiste en la repoblación forestal para sumidero de carbono en el municipio burgalés de Torresandino y está registrado en la Oficina Española de Cambio Climático. Así, compensaremos parte de sus emisiones de GEI (gases de efecto invernadero), una vez finalizado el proceso de inventario y verificación de la huella de carbono del ejercicio 2022.
Los avances conseguidos y hacia donde caminamos
La importancia de este asunto se ha trasladado tanto a los gobiernos como a las empresas. Cada vez es más evidente que el cambio climático está aquí y que son las empresas productoras quienes en gran parte pueden intentar luchar para frenarlo. Pero ¿cómo se traslada toda esta teoría al plano terrenal? Es un trabajo que no es sencillo y que conlleva grandes esfuerzos y tiempo. De ahí los plazos que se manejan de parte de los gobiernos.
El equilibrio se está logrando, la emisión de CO2 se está compensando en muchas empresas ya sea disminuyendo sus emisiones o bien compensándolas con otras acciones medioambientales. Pero se pide dar un paso más y lograr lo que se conoce como Net Zero, que sería la única vía posible para mantener el aumento de la temperatura global del planeta por debajo del 1.5ºC
Esta temperatura no es una cifra cualquiera, sino que marca la peligrosa línea de que, si se supera, los efectos del clima serán cada vez más perjudiciales para el planeta. En el Acuerdo de París, 195 países se comprometieron a mantener esta temperatura por debajo del 1,5 a través de una serie de medidas empresariales y medioambientales asumibles en la segunda mitad de este siglo. Es por eso que el camino y el fin es el Net Zero, el lograr recortar las emisiones de CO2 hasta dejarlas lo más cerca posible de emisiones nulas, con algunas emisiones residuales que se puedan absorber naturalmente.
Ejemplo práctico, Bezoya
En España, tenemos el caso práctico de Bezoya. Una marca de agua envasada que, por un lado, utiliza plástico reciclado para sus envases, y por otro está centrada en lograr el hecho de ser carbono neutral a base de proyectos que compensen las emisiones, además de reducirlas lo máximo posible. Su lema “envasada sin dejar huella” se está llevando a cabo a través de, entre otras cosas, la preservación de sus manantiales a través de la Red Natura 2000, fomentando la reutilización de sus botellas mediante el reciclaje y utilizando fuentes de energía renovables en el 100% de su energía utilizada mediante el autoconsumo con placas solares, compra de electricidad con garantía de origen renovable y caldera de biomasa. Su objetivo final es ser una empresa neutra en carbono. Y esto es algo que debería importar a empresas, gobiernos, pero también a consumidores finales.
El mundo, no olvidemos, es de todos y es nuestra responsabilidad cuidarlo y protegerlo de nosotros mismos.