El mundo está cambiando. Hoy somos perfectamente conscientes, gracias a la ciencia, de que el modo en que consumimos recursos y la forma en la que gestionamos los residuos impacta directamente en la salud del planeta. De que somos todos responsables tanto de hacer las cosas bien como de transmitirle a los más pequeños la importancia de llevar una vida sostenible en la que se recicle todo cuanto se pueda reciclar. Después de todo, ellos serán los que lleven el timón de este mundo durante las próximas décadas. Necesitamos inculcarles ese compromiso desde muy pronto.
¿Pero cómo hacerlo? Quizá lo más importante sea educar con el ejemplo. Al fin y al cabo, los niños son esponjas que aprenden por imitación y un hogar en el que los adultos muestran valores ecológicos es un hogar que crea futuros ciudadanos concienciados. Muy en la línea de esto, es recomendable asignar pequeñas tareas de reciclaje a los más peques para que formen parte del proceso y lo interioricen como algo propio desde muy temprano. Como crear etiquetas de cada tipo de envase para los cubos o tirar cada bolsa de residuo en el contenedor adecuado. La implicación es clave.
Y si ocurre a través del juego, mucho mejor. Las manualidades con materiales reciclados como cajas de cartón o botellas de plástico, las competiciones de recogida de residuos o las aplicaciones digitales de clasificación de residuos son actividades educativas que mezclan diversión con valores. Se produce un aprendizaje más natural. Y lo mismo ocurre con las actividades fuera de casa: una visita a una planta de reciclaje, un paseo al aire libre o una tarde en un parque ecológico pueden motivar un mayor respeto por el planeta por parte de los más peques. Un vínculo para toda la vida.
Uno que también se refuerza a través del consumo responsable. A fin de cuentas, algunas marcas, como Pascual, integramos la sostenibilidad desde el diseño de nuestros productos: Gran parte de los envases de nuestras marcas cuentan con envases reciclados y reciclables como las botellas de Bezoya o con materiales que no dejan huella en el planeta como nuestros briks de Leche Pascual, además, hemos eliminado las pajitas de Bifrutas, reduciendo su huella ambiental. También nos esforzamos para optimizar el consumo de energía de nuestras fábricas, para reducir nuestro consumo de agua y para reducir al máximo nuestra huella de carbono. Confiar en casa en compañías como la nuestra que impulsan el cuidado del medioambiente porque lo llevan en su ADN, envía un mensaje claro a los más pequeños.
Además de todo esto, hay muchas otras vías para inculcar el reciclaje en los más jóvenes de la casa: la lectura de libros infantiles destinados precisamente a ello, el visionado en familia de documentales educativos o las conversaciones abiertas acerca del tema. Porque los niños son niños: tienen una curiosidad casi infinita y siempre esconden muchas preguntas. Proporcionarles un entorno seguro en el que expresarlas, y responderlas de una manera sencilla, puede marcar una gran diferencia. Por último, no olvides hablarle también de la reutilización y la reducción. Sin ellas el reciclaje se quedaría solo en un buen primer paso.