Hay quien teme a cualquier cambio que se presente ante sus ojos, pero lo cierto es que los cambios han de verse como una oportunidad, una evolución hacia un camino mejor y una manera de adaptarse a los nuevos tiempos. Y esto es lo que está ocurriendo en nuestro mundo desde hace años. Hemos asistido y estamos asistiendo a una (re) evolución en casi todos los aspectos de la vida que de alguna manera nos obligan a observar, adaptarnos y aprovechar para crecer.
Y la industria alimentaria no va a ser menos. En pocos años relativamente, estamos viendo una modernización de los procesos, nuevas necesidades de consumidores y tendencias de consumo, pero también a nuevas demandas para crear un consumo sostenible y mantener un planeta limpio a pesar de la evolución y modernización que está sufriendo. En este punto llega la economía circular, que implica por un lado reutilizar y por otro lograr generar menos residuos.
¿Cuáles son los objetivos?
En línea con la Unión Europea, La Estrategia Española de Economía Circular, España Circular 2030, trata de impulsar un nuevo modelo de producción y consumo en el que los productos, materiales y recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible. Reducir residuos y aumentar el aprovechamiento serían las claves para lograr la economía circular. En nuestra economía actual, extraemos materiales, fabricamos nuevos productos y los desechamos como residuos. Esto sería un proceso lineal. Si se deja de producir residuos (mediante reducción o aprovechamiento), hablaríamos de una economía circular.
La Unión Europea es muy clara ante esta creciente preocupación. Si continuamos explotando recursos a este ritmo, en el año 2050 necesitaríamos los recursos de tres planetas. Sabiendo esto, se han ido proponiendo paquetes de medidas que las empresas de todos los sectores han de ir adaptando a sus procesos para lograr así el objetivo de economía circular planteado.
Nuestro papel en este camino
En Pascual tenemos claro que el cumplimiento de los objetivos marcados es obligatorio para poder actuar en beneficio común. Se debe lograr que la economía circular sea la base de la sociedad y para ello los esfuerzos deben venir por parte de todos.
Esa es una de las razones por las que gran parte de los desechos que se generan con nuestra actividad, se reutilizan o se compensan, valorizando más del 96% de los residuos generados. Trabajamos en una cadena de valor en la que, desde la misma recogida de materias primas hasta que las personas en sus hogares deciden reciclar nuestros envases, se tiene en cuenta la economía circular, el reaprovechamiento de recursos y el gran esfuerzo que hacemos para que la huella que dejamos en el medioambiente sea la mínima posible.
Otro ejemplo práctico, la cerveza Sr. Mendrugo, elaborada a partir de restos de pan y cuyos desechos sirven también para alimentar al ganado. Contamos también con el aporte de Bezoya, que además de utilizar plástico reciclado para sus envases, está logrando ser carbono neutral a base de reducir y compensar sus emisiones, o de marcas como Leche Pascual, Bifrutas y Mocay, que apuestan cada vez más por envases de origen renovable.
En definitiva, formamos parte de la economía circular por convicción propia, porque está en nuestro ADN y queremos seguir formando parte, aportando a la economía circular y ayudando a que la evolución, esa a la que no debemos tenerle miedo, sea cada vez más sostenible.