En un mundo donde prima la globalización, el crecimiento y el movimiento de lo rural a lo urbano, en Pascual nos esforzamos para dar lo mejor, sin ir más lejos. Tenemos muchas razones para apostar por lo cercano, por lo de aquí: nuestros cultivos y productos 100% locales, nuestras 7 fábricas ubicadas en pequeños municipios, las casi trescientas familias de ganaderos con las que trabajamos o los más de 200 agricultores que cuidan cada día de sus campos para darnos la mejor materia prima; en definitiva, damos valor a lo de aquí para que se conozca en todo el mundo.
Con nuestras personas no podía ser de otra manera. Ellos son el alma de nuestra compañía, quienes dan lo mejor en el día a día para que los productos Pascual lleguen a todos los hogares, bares y cafeterías.
En nuestra apuesta por lo local, llenamos de vida a las zonas rurales, demostrando que pueden volver a latir con pulso propio. “Es una ventaja poder estar cerca de familia y amigos cuando sales del trabajo, poder estar siempre con tu gente” nos cuenta Juan Antonio Matesanz, Técnico de Mantenimiento de Bezoya, en Trescasas (Segovia).
Cercanía, confianza y seguridad
Así define Juan Antonio su situación con en Pascual. Tres pilares que hacen su día a día más fácil, aportándole la sensación de pertenecer a una gran familia. Él lo tiene claro: no se plantea cambiar de ciudad. “Como mucho podría llegar a vivir en Segovia”, comenta, pues el valor añadido que le ofrece trabajar cerca de casa es muy importante para él.
Juan Antonio empezó de prácticas como Técnico de Mantenimiento y hace dos años que comenzó a trabajar en la planta de envasado de Bezoya en Ortigosa del Monte. Él es de Navafría, a unos 40 minutos de trayecto aproximadamente. Si a la comodidad de estar cerca de los tuyos se le añade un entorno familiar, un trato cercano con tus compañeros y la sensación de una apuesta firme por lo de aquí, se convierte en calidad de vida y estabilidad.
El pueblo mola
“¡El pueblo mola!”, así nos lo transmitía Verónica Ortuño, operaria de yogures en nuestro complejo de Aranda de Duero. Y lo cierto es que es verdad: el pueblo mola, y más cuando puedes vivir y trabajar en él. En el caso de Verónica, estudió fuera de Aranda, en Alicante, pero tras haber vivido unos años allí teniendo diferentes trabajos, decidió volver a casa. Entonces comenzó a trabajar en Pascual, hace ya cinco años, y logró la estabilidad que tanto buscaba. “Estoy muy agradecida por poder trabajar en mi ciudad. Tenemos todo cerca: familia, amigos, no hay distancias… Y más ahora que soy mamá”, comenta.
Verónica destaca también que, al ser todos los compañeros de la zona, se conocen y esto genera un ambiente de trabajo envidiable. “Tengo mucha suerte, tanto con compañeros como con encargados. Pascual para mí supone estabilidad, confianza, bienestar”.
Contribuimos a las zonas rurales, haciéndolas resurgir. Estamos presente en la llamada ‘España Vaciada’ que cada vez lo es menos gracias a gente como Juan Antonio, Verónica y muchos otros compañeros que se quedan en su lugar de origen gracias a la tranquilidad y estabilidad que les ofrece trabajar cada día una compañía como la nuestra.
Gracias por ayudarnos a dar lo mejor, sin ir más lejos.